Para viajar lejos,

no hay mejor nave que un libro.

                            Emily Dickinson

 

Queridos letraheridos, el verano, a parte de calor, bebidas frías, família y amigos, viajes y otras tantas cosas preciadas, nos concede tiempo, ese bien tan valioso y que tan difícil resulta de encontrar el resto del año. Tiempo del que seremos dueños para gestionar a nuestro antojo.

Si les apetece, les invito a que— sobre la tumbona, junto a la piscina, en la playa, en el banco de la plaza, en el sofá del abuelo, en la parada de metro, en el restaurante de un museo, en el bar, en la heladería, en la cama o en el retrete— lean.

Lean hasta aburrirse, hasta quedarse pegajosos por el sol o helados por el aire acondicionado.

Si no saben por donde empezar a buscar entre los estantes de la librería o de la biblioteca, les dejo algunos de los libros que me acompañarán durante las vacaciones.

Todos nuestros ayeres

 

Todos nuestros ayeres, de Natalaia Ginzburg.

“A veces basta la mirada ingenua de una chiquilla para arrancar una historia que cambiará la vida de dos familias y del mundo entero”.

Es una novela donde los hechos ocurren deliciosamente lentos, para que nada se nos escape. Y con un prólogo de Elena Medel de los que merece la pena leer.

Ordesa

En esta novela de Manuel Vilas se narra la historia personal del autor. Vilas desgrana a sus padres, pero también a sus hijos, a partir de la muerte de su padre, que lo transporta a un estado mental de bagaje sentimental complejo.

Esta autoficción contiene frases joya como “Me asustan los viejos. Son lo que seré.” o “Por muy mal que te vaya en la vida, siempre hay alguien que te envidia. Es una especie de sarcasmo cósmico”.

 Desde luego, una lectura en la que deberemos utilizar el lápiz y marcar esas grandes frases.

Ordesa es la nostalgia hecha libro.

 

El domingo de las madres

Esta novela de Graham Swift, mencionada en el The New York Times como “Una suerte de cenicienta feminista”, está ambientada en la Inglaterra de 1924 y narra la relación clandestina entre una sirvienta y un señorito de bien.

La trama trascurre, principalmente, durante el domingo de las madres, una jornada en la que las criadas vuelven a sus casas para visitar a sus familias. Pero Jane- la protagonista- preferirá dedicar dicha jornada al sexo con su amante.

Las buenas críticas obtenidas bastan para abrir el apetito lector y devorar esta novela corta en una tarde relajada.

 

Siete casas vacías

Y finalizo mi lista de recomendaciones literarias con mi género predilecto, el relato. Siete casas vacías es el título con el que Samanta Schweblin obtuvo el Premio Internacional narrativa breve Ribera del Duero en 2015.

La autora nos sumerge en casas donde se encuentran unos personajes que viven una cotidianeidad terrorífica. Una madre y una hija atrapadas en un coche; una anciana que hace cajas y vacía su vida; o una niña que huye con un desconocido son algunas de las historias que contienen este libro de relatos.

 

Personalmente, me retiro unos días de las teclas para dedicarme al completo a mi verano invencible.

Nos leemos en unas semanas, prometo volver con las palabras cargadas.

 

Les deseo un feliz verano y una feliz lectura.